Exponiendo infieles, o más bien le llamaría: Exponiendo la violencia de género hacia los hombres
- César Mendoza Rosales
- 14 jun 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 22 abr 2022
Les pediría que no me juzguen por ver este programa, aunque de antemano sé que esta petición es el permiso para quebrantar la norma y hacerlo, psicología inversa le llaman algunos, y si ya lo van a hacer que sea con un comentario en esta publicación al menos.

En mi defensa quiero decir que pasé meses, sí meses, resistiendo a la tentación de ver esta serie de episodios en video llamado Exponiendo Infieles que se transmite en un canal muy popular de Youtube. Simplemente no me interesaba pues consideraba, muy prejuiciosamente de mi parte, que la calidad de su contenido estaría en el mismo nivel de Laura en América… sólo me bastó ver un episodio para confirmarme a mí mismo que no me había equivocado.
Este programa tiene los ingredientes necesarios para convertirse en lo que es, el boom de entretenimiento que a un número significativo de la población le encantaría. No es que debas creerme a mí, si no lo digo yo, lo dicen los millones (sí, millones) de reproducciones de cada uno sus videos que respaldan y confirman mi comentario: ¿muestran imágenes de situaciones desagradables, crueles y que van en contra de la moral establecida por la sociedad? Si consideras que la respuesta es afirmativa, entonces estarás de acuerdo conmigo en que estamos ante un programa que despierta en nosotros esta enfermedad social que, por no llamarla de otra manera menos sosa, es el morbo.
En mi caso, obviamente, decidí verlo por este instinto natural que forma parte de mí, y que en casos como este llego a detestar, que es la curiosidad del científico por los fenómenos psicológicos sociales. Si me crees o no, es cosa tuya.
Como dije antes, con sólo ver los primeros minutos de un episodio me di cuenta de que estaba ante contenido que bien podría etiquetarse como basura, pero, después de hacer un esfuerzo por dejar a un lado mis prejuicios, algo llamó mi atención…
Si bien la dinámica de buscar indicios de infidelidad en los celulares de ambos es consensuada y puede formar parte de un acuerdo previo entre la producción y los personajes que son llamados “pareja” (sea real o no la situación, ya que lo que muestran en el video final lo presentan como si fueran casos verídicos), la respuesta de las mujeres ante una infidelidad o sospecha de infidelidad es con gritos, empujones, cachetadas, manotazos y golpes con el bolso o con algún otro objeto a su alcance, dirigidos al hombre por supuesto.
Llegando a este punto se pensaría: “¡Se lo buscó por andar de puto!”, “¡Él la provocó por andar de carajo!”, “¡Se lo merecía por andar buscando a otras viejas!”. Algunos -qué digo algunos- millones de personas (repito, no lo digo yo, lo dicen las reproducciones de los más de 100 episodios de este programa) están observando y aceptando como “normales”, los actos de violencia de la mujer dirigidos al hombre (a quien se supone que aman) y ningún grupo o Institución alza la voz para detener o cancelar esas publicaciones que están al alcance de cualquier persona, niños y niñas incluidos (¡qué alguien piense en las criaturas!).
Aquí es donde yo te pregunto, estimado lector, ¿qué pasaría si fuera al revés? Si lo que se mostrara en los videos fuera a hombres gritando y golpeando a las mujeres para el entretenimiento de las masas. Mi teoría es que este programa no habría durado ni el primer capítulo, la misma plataforma Youtube habría borrado cualquier rastro del video y hasta quizás habría hecho caso a las hordas y cancelado el canal que lo produce, como mínimo…
También hay que ser justos y reconocer la realidad de los feminicidios en nuestro país, donde lamentablemente aún es común que las mujeres sigan siendo violentadas en la privacidad del hogar. Pero entonces, ¿esta es la manera de ser “equitativos” e “igualitarios”? mostrando que las mujeres también pueden expresar agresión hacia los hombres que “se lo merecen por ser infieles” cuando el mismo programa contradice esta afirmación al mostrar que las mujeres son casi o igual de infieles que ellos.
(Justo en este momento estoy llevando a cabo una encuesta en mis redes sociales donde pregunto: En las relaciones de parejas jóvenes heterosexuales actuales ¿quién golpea a quién? La apabullante mayoría de quienes han contestado percibe que ambos se golpean, ¿esto significa -nótese el sarcasmo- que se ha alcanzado la tan anhelada igualdad de género?).
Psicólogo César Mendoza en Facebook.
Entonces siguiendo la lógica de la aceptación de la violencia ¿también se justificaría la violencia hacia las mujeres si éstas fuesen infieles? ¿O por no cuidar de los niños? ¿Por salir sin avisarle a él? ¿Por negarse a tener relaciones sexuales? ¿Por desobedecer al esposo? Como la Organización Panamericana de la Salud en su reporte “Violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe (2012)” halló que son algunos motivos por los que, ¡las mismas mujeres!, a veces justifican que un hombre le pegue a una mujer.
La respuesta es y siempre será: NO, ninguno de los dos merecería ser violentado, sea cual sea el motivo que se argumente. La violencia no se acepta ni se normaliza, no se minimiza ni se justifica diciendo: “Lo hizo una sola vez pero ya me prometió que no va a volver a pasar”. Venga de quien venga.
Pero entonces, volviendo al punto en discusión, si el argumento es que la violencia a los hombres se muestra como algo común ¿por qué no hay estadísticas al respecto? Supongo que sabes, también se vale que no, cuánto le cuesta a un hombre aceptar ante otras personas que su mujer, que su madre o cualquier otra persona lo agrede física y psicológicamente.
Al hombre se le enseña a aguantar el maltrato antes que aceptar la vergüenza, el fracaso, la soledad, el abandono, el juicio social… porque sería una niñita si se queja (lo cual además, es muy misógino), porque sería un marica si llora y expresa el dolor emocional que le causa el rechazo de quienes, se supone, lo aman (lo que de paso, es homofóbico).
Detrás de la risa que causa la expresión “¡Pégame, pero no me dejes!” se esconde el verdadero deseo de que no se presente uno de nuestros más grandes temores (en palabras y voz de nuestro querido “psicólogo del pueblo”, Juan Gabriel): quedarme solo sin tus besos… solo, triste y abandonado.
¿Crees que esto se aprende como adultos? A los varones, desde niños, ya se les va entrenando para aceptar como normal la violencia. En la actualidad, es más aceptable pegarle a un niño varón que a una niña ¡por latoso! ¡Porque es mejor una nalgada a tiempo! ¡Porque a mí así me enseñaron a ser un hombre de bien! ¡Para que se le forme el carácter! ¿Cuál carácter? ¿El de sumisión para no cuestionar a la autoridad y estar sujetos a la voluntad o a las circunstancias que se le imponen? Tú como hombre adulto ¿permitirías que alguien someta tu voluntad con estos métodos?
Tal vez los daños físicos de “un golpe a tiempo” se curen en unos días, pero los daños psicológicos, esos se cuecen aparte y a fuego muy lento, a esos les toma su tiempo madurar y no se manifiestan necesariamente por medios directos. Te parece haber escuchado alguna vez esas voces en tu mente: “¿Por qué me pegan?” “¿Por qué me lastiman?” “¿Qué no valgo nada para ellos?” “¿Qué no vale nada mi vida?” “¿No valgo yo?” “¿Para qué seguir viviendo entonces?”…
Quizás se trate sólo de una serie de videos de entretenimiento y puedas reprocharme que esté exagerando (vale sí, quizás un poco); que lo que se ve en los medios no se trae a la realidad y que en tu casa tus papás no te han enseñado a tratar así a las mujeres ni a los hombres (¿o quizás sí?), entonces yo te preguntaría: ¿tú pareja ve este programa? ¿Ya observaste cómo reacciona cuando se siente celosa o celoso? ¿Qué tanto se parece a los personajes que aparecen ahí?
Albert Bandura ya nos lo había advertido, pero no hemos querido hacer caso, no se requiere aprender con el ejemplo de la experiencia directa, es decir no hace falta tener un padre o una madre que haya ejercido violencia contra nosotros para aprender estas respuestas ante la frustración. Bandura, a través de sus pruebas y experimentos, demostró que las conductas agresivas eran aprendidas con solo observar el comportamiento de otros y que estas adquisiciones se pueden aprender sin la necesidad de ser reforzadas directamente.
¡Para amar NO hay que sufrir! unas simples palabras que cobran sentido sólo si se ha cultivado el amor propio, la autonomía y la libertad.
Puedes no querer decir en voz alta que te gusta Exponiendo Infieles, digo perdón… puedes no querer denunciar ni exponer que eres maltratado, violentado y que tienes miedo a estar solo (triste y abandonado). Pero entonces, ya no cedas el poder a otros de hacerte daño, porque ese poder se los das tú. Ya no se los permitas, así sea tu madre, tu padre, tu pareja o quien sea.
P. D. También ayudaría que dejes de ver programas con este tipo de contenidos, lo sé es difícil superar las adicciones, pero si yo lo hice, tú también puedes.

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